Según el INE poco más de 3,5 millones de personas ocupan cargos de responsabilidad en nuestro país. Hablamos de “jefes”, es decir de personas con personal a su cargo, dicho de otro modo bajo su responsabilidad y gestión. Para muchas de ellas, ascender al cargo de directivo o directiva, jefe de zona, capataz, encargado, etc. es un privilegio al alcance de pocos y cuando hablamos en femenino, de muy pocas.
Sin embargo, hay una realidad silenciosa que, a los afectados, les cuesta reconocer.
Vamos a hablar de ella hoy en nuestro post.
¿Cómo llegué a ser el jefe/jefa?
Tener un cargo de responsabilidad puede que sea uno de los objetivos de tu trayectoria profesional. Pero no siempre uno tiene la inquietud o deseo de ejercer como jefe, aunque otros vean en ti las competencias necesarias para ejercer como tal.
El proceso de ascenso, a veces es simplemente cuestión de encontrarse en el lugar y en el momento apropiado. Pueden ser muchas las variables, en ocasiones te nombran porque es parte de un proceso natural, llevas toda la vida trabajando en la misma empresa y tu experiencia es fundamental. Otras, porque tu categoría profesional es la adecuada, aunque nadie te preguntó si querías tal responsabilidad. Es posible que ejerzas como tal porque eres el heredero o heredera de la empresa familiar.
Si tu caso no es el arriba mencionado, estás en la opción más “laboriosa”:
Has llegado al cargo por un proceso de selección donde has puesto de manifiesto tus competencias, experiencia, formación. O quizá entraste en la empresa y poco a poco, gracias a tu valía y profesionalidad has ganado un ascenso o un cargo directivo, como era tu propósito.
¡Bien, ya lo has conseguido! Has entrado a formar parte del “mundo ejecutivo”. Sea como fuere ser jefe conlleva la autoridad, si lo que deseas es ejercer como líder, la potestad y autoridad, tanto técnica como moral tendrás que forjarla día a día.
Para muchos ejecutivos y ejecutivas esto cambia. Lo bueno deja de serlo.
Después del subidón de autoestima que supone pasar a formar parte del “mundo directivo”, te implicas como nunca antes lo habías hecho, buscas la excelencia en todo aquello que te compete, tratas por todos los medios de gestionar a tus equipos, necesitas llegar a todo, demostrar que no se equivocaron y además compatibilizarlo con tu vida familiar, amigos, salud, aficiones. Pasado un tiempo tu ascenso parece haber perdido gran parte de su atractivo.
Estrés y cargos de responsabilidad.Según la encuesta Grant Thornton International Business Report , España es el segundo país de Europa donde sus ejecutivos y altos cargos sufren más estrés, y los sextos en el ranking mundial.
Cuando ser directivo se vuelve en tu contra
Como decíamos, el convertirte en director o directora de una empresa, responsable de área, jefe o jefa de un equipo a menudo supone una espiral de emociones, capaz de sumergirte en un mar de dudas de ansiedad e inseguridades.
Además, siendo francos: en según qué entornos, supone una encrucijada moral reconocer que lo estás pasando mal. En la medida de lo posible evitas hablar de ello, no quieres que vean muestra alguna de debilidad o falta de competencias.
Síntomas físicos y emocionales
Cuando tú diálogo interior subraya una y otra vez tus carencias, te empiezan a asaltar miles de dudas relacionadas con tu puesto y tu capacidad para ejercerlo correctamente. Y esto acaba afectando tu salud, tu afectividad y tu efectividad.
Seguro que alguno de estos síntomas te resultan familiares: insomnio, mayor frecuencia cardíaca, ansiedad, tristeza, reactividad, tensión muscular, malestar estomacal, fatiga, dolor de cabeza, etc.
Ojo, estos no son “males” exclusivos de los ejecutivos, pero si son comunes a muchos profesionales que ostentan cargos de responsabilidad. Por ello es imprescindible actuar para evitar lamentarse en un futuro a corto o medio plazo.
Antes de tomar decisiones drásticas que puedan acabar con lo que has anhelado durante años y que te ha costado tanto conseguir, antes de minar tu salud, busca ayuda.
Existen profesionales especializados en acompañar a profesionales como tu, en esta transición al nuevo puesto laboral, o a trabajar los aspectos que no te permiten vivir tú día a día con la plenitud deseada.
Normalizar esta situación es importante porque como ves, es mucho, pero mucho más común de lo que en apariencia pueda parecer. Pero debes ser ESTOICO, emprende acciones, hoy mismo.