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La batalla se juega en tu interior.

Seguro que te lo has preguntado más de una vez: cómo liderar o dirigir a otros en tiempos convulsos. Cómo hacer para gestionar el cambio cuando uno mismo está padeciendo la situación.

Si revisamos un poco la historia, comprobaremos que los momentos de crisis se repiten desde antaño. Por poneros un ejemplo estoico, entre los años 160 y 180 después de Cristo, la humanidad vivió una pandemia de viruela hemorrágica devastadora, donde millones de personas perdieron la vida. Fue la primera peste que afectó globalmente al mundo occidental. El miedo, el caos, la desolación, el desorden y la incertidumbre se adueñaron por completo de la sociedad. Se cancelaron eventos y reuniones masivas, se paralizó el comercio, a menudo las medidas políticas que se tomaban solo empeoraban la situación, hasta el punto de llegar a provocar un régimen excepcional similar al estado de alarma que vivimos en España, el pasado mes de marzo.

Privados de movilidad la economía se vio afectada y se desplomó. Marco Aurelio, gobernante del momento, diríamos que “aguantó estoicamente”, gestionó y padeció la pandemia aceptando su destino sin quejarse (o al menos sin quedarse en la queja), “amoldándose a las circunstancias que le habían tocado en suerte”.

Con humildad reconoció que él mismo no sabía cómo solucionar semejante situación y que únicamente rodeado del mejor equipo, dejando atrás las diferencias, arrimando el hombro podrían afrontar la crisis y gestionar los cambios.

En semejante escenario no hay lugar para la resignación, para conducir a su gobierno, Marco Aurelio tuvo que salir del inmovilismo y hacerlo con sabiduría, justicia, coraje y templanza, tomando acción, adoptando medidas en ocasiones impopulares y revolucionarias.

¡Entre nosotros! 

Probablemente estés en lo cierto y tengas motivos de peso para quejarte, para sentirte incómodo o incómoda teniendo que aceptar o adoptar medidas que te desagradan frente cambios que no esperabas. Quizá tengas la impresión de que tu proyecto profesional se desmorona, o que tu equipo ya no es un equipo, que todo esto no es justo, que no lo mereces… Puedes quejarte para liberar la tensión, pero nuestro consejo es que te pongas una fecha límite porque la queja no debe ni puede ser tu única estrategia frente a la frustración.

Te proponemos algunas preguntas para encontrar respuestas y batallar con la incertidumbre:

  • Preguntate cuál es la necesidad (real) que se esconde detrás de la queja.
  • ¿Estás solo o sola? ¿Puedes contar con apoyos?
  • ¿Qué te supone realmente un obstáculo?
  • ¿En qué te puede beneficiar el cambio?
  • ¿Tienes una visión clara de cómo te gustaría gestionar el cambio?
  • Realiza un ejercicio de retrospectiva. Recuerda cómo en otras ocasiones superaste situaciones críticas y cuáles fueron tus estrategias, aliados y competencias fundamentales.
  • “Si haces siempre las mismas cosas no esperes resultados distintos”. Plantéate que pequeño cambio en tu modo de gestionar la incertidumbre, puedes asumir desde hoy mismo.

Decía Epicteto: “Algunas cosas están bajo nuestro control y otras no”. Si no podemos controlar el futuro y los factores externos, entonces planteémonos poner la energía en pequeños logros desde la capacidad que tenemos de autoliderarnos.

El mérito y la responsabilidad de cómo enfocas el cambio es tuya, a veces hay que hacer lo que hay que hacer, estemos motivados o no. La buena noticia es que la motivación probablemente llegue una vez te pongas en marcha… ¡Y entonces, no habrá quien te detenga!

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